Inicio 9 Bibliografía 9 Para entender a Ursula K. Le Guin *

Ursula Kroeber Le Guin (1929-2018)

Esbozo biográfico

Para entender a Ursula Le Guin (nacida en Berkeley, California, el 21 de octubre de 1929), resulta clave reconocer la importancia de la construcción de mundos y, además, la naturaleza de los diferentes mundos que construye. Esta diversidad de mundos que Le Guin explora en su ficción surgió probablemente, gracias a sus propias experiencias, al ser la hija de Alfred y Theodora Kroeber. No solo habitó hogares con entornos que contrastaban entre sí, Berkeley y el norte de California, las costas Este y Oeste, Europa y Estados Unidos, también experimentó el interés de sus padres por estudiar diferentes culturas.

Alfred Kroeber (1876-1960), antropólogo, y Theodora Kroeber (1897-1979), psicóloga y escritora, crearon hogares, para sus cuatro hijos, que concordaban con sus propias ideas sobre variedad cultural. Alfred Kroeber fue uno de los fundadores de la antropología moderna, dando el ejemplo en el estudio científico y acotadodel campo (como en Handbook of the Indians of California, 1925), y en la amplia búsqueda teórica de los patrones culturales compartidos por las distintas sociedades humanas (como en Configurations of Culture Growth, 1944). Theodora Kroeber garantizó la supervivencia de las historias de los Nativos Americanos (como en The Inland Whale, 1959) e hizo comprensible (en Ishi in Two Worlds, 1961) la historia del único superviviente de Yahi, que entró en el siglo XX en 1911. En una entrevista de 1977, Le Guin mencionó la influencia general que tuvieron sus padres sobre ella:

«Creo que la mayor influencia que tuvieron fue sobre mi carácter, heredada bajo la forma de una voluntad de salirse de la propia cultura y, además, una sensibilidad hacia cómo la cultura afecta la personalidad, que es lo que preocupaba a mi padre. Él estaba convencido de que uno nunca podía realmente salir de su propia cultura. Lo único que puedes hacer es intentarlo. Creo que ese sentimiento aparece de vez en cuando en mi escritura. Mi padre estudiaba culturas y yo las invento, de alguna forma es lo mismo».1

Desde su primer año de vida, Le Guin tuvo dos casas en la Costa Oeste. Durante el año escolar su hogar se encontraba cerca del campus de la Universidad de California, en Berkeley. En los meses de verano, su casa estaba en el valle de Napa, sesenta millas2 al norte de San Francisco. Esta casa era, según la madre de Le Guin, “un mundo completo”.3 Ambos hogares fueron visitados por antropólogos tan famosos como el padre de Le Guin, estudiantes graduados, Nativos Americanos que hablaban alemán, inglés o alguno de los tantos idiomas indios.

Gracias a los parientes de su padre en Nueva York, Le Guin también tenía una casa en la Costa Este. Habiendo estudiado en la Escuela Secundaria de Berkeley, eligió ir al Este para su educación universitaria: un título de grado4 del Radcliffe College5 (1951), una maestría (1952) y un trabajo de posgrado en la Universidad de Columbia. Su investigación más importante fue en el área de la poesía del renacimiento francesa e italiana. La beca Fulbright le permitió vivir en París (1953-54) y en Londres (1968-69 y 1975-76). No fue hasta su matrimonio con Charles Le Guin en diciembre de 1953 que estableció su hogar en Portland, Oregón, donde los Le Guin criaron a sus tres hijos, llevándolos a menudo a la tierra de la familia en el valle de Napa durante las vacaciones de verano.

Para Le Guin, la escritura fue la actividad que se mantuvo constante en todos sus hogares. Ella misma ha dicho que nunca decidió convertirse en escritora porque siempre lo fue.6 Su carrera literaria comenzó en 1958 con una reseña, luego continuó con varios poemas en pequeñas revistas, una historia corta en 1961 y, en 1962, su primera historia comercializada. Al examinar su lista de publicaciones se revela que su período más intenso de escritura y publicación fue entre 1966 y 1974, durante el cual publicó siete novelas de ciencia ficción, tres novelas de fantasía, dieciséis historias cortas, nueve poemas, cinco reseñas y dieciséis ensayos.

El reconocimiento llegó rápidamente durante este periodo de locura. En 1969, su primera novela fantástica, Un mago de Terramar, ganó el Boston Globe-Horn Book Award7 y, en 1970, ganó tanto el premio Hugo8 como el Nebula9por su cuarta novela de ciencia ficción, La mano izquierda de la oscuridad. Más premios los siguieron, incluyendo Hugos y Nebulas, además del Premio Nacional del Libro10 en 1973 por La costa más lejana.

Sus trabajos de 1966 a 1974 son aquellos por los cuales es más conocida: los grandes viajes a través del tiempo y el espacio, tanto por las islas que conforman Terramar, el mundo de sus novelas fantásticas, como por la gran cantidad de planetas del universo Hainish, en sus novelas de ciencia ficción. Luego de 1974 Le Guin ha utilizado los grandes viajes con mucha menos frecuencia. Sus historias cortas, novelas y poemas están ambientados en Orsinia, un país imaginario de Europa central creado por ella en su juventud, o en la Costa Oeste, tanto presente como futura.

La biografía de Le Guin, así como sus publicaciones, revelan que la autora siempre se ha sentido cómoda en más de un “mundo”.

Vistazo general

Ursula K. Le Guin sugiere la importancia del “mundo” en la siguiente descripción de cómo ella comienza a escribir una novela: “una persona [es] vista, vista a cierta distancia, usualmente en un paisaje. El lugar está ahí, la persona está ahí. Yo no lo inventé, yo no la creé: él o ella está ahí. Y mi trabajo es llegar allí también”.11

El proceso de escribir una novela para Le Guin, entonces, comienza con la imagen de un lugar y una persona. Ambos están, de alguna manera, relacionados; si Le Guin ve uno, ve también al otro. El acto de verlos establece una relación entre ella y el mundo, de tal forma que siente que es su “trabajo” llegar “allí”, reducir la distancia entre persona y lugar, conociéndolos y entendiéndolos. La percepción de uno mismo y del otro, la habilidad de distinguir entre el “yo” y el “no-yo”, es un reconocimiento tanto de la diferencia como de la afinidad.

El viaje desde “el aquí” hasta “el allá”, desde uno mismo hacia el otro, es también realizado por el lector. Le Guin es la guía con quien los lectores interactúan mientras intentan ver lo que ella intenta mostrarles. Se acostumbran a sus señales: exploran no solo el mundo ficcional, sino también el mundo propio. Se ven cambiados por el viaje, “ven” el aquí y allá, la tierra natal y la extranjera, de forma diferente. Por la misma razón, se “ven” diferentes también asi mismos y a los otros, a lo nativo y a lo alienígena. Los lectores se cuestionan la naturaleza del hogar, de lo extraño, “quiénes somos, dónde estamos y que decisiones nos esperan”.12 Tanto lectores casuales como demandantes críticos han elogiado a Le Guin por su habilidad para convertir mundos en palabras. Su estilo, a menudo descripto como lírico, es el resultado de su sensibilidad hacia el sonido y la sintaxis, de su ingenio e intelecto en tanto que juega con e inventa lenguaje.

Durante sus años de formación, Le Guin notó que los géneros que mejor se adaptaban a representar este viaje de descubrimiento, emprendido tanto por el autor como por el lector, eran la ciencia ficción y la fantasía. A nivel comercial eran, y aún son, categorías que los editores13 reconocen y pueden comercializar; por esta razón, Le Guin fue capaz de vender sus manuscritos con facilidad14 Pero, más importante, son géneros en los cuales la “construcción de un mundo” es esencial. A pesar de que lectores y críticos difieran ampliamente en la definición de estos dos géneros, las que propone el crítico y escritor de ciencia ficción Samuel Delany resultan útiles. Delany afirma que, si un informe describe qué pasó y una novela realista describe que “podría haber pasado”, entonces la ciencia ficción describe lo que no pasó y la fantasía aquello que “no podría haber pasado”.15 La metáfora del espectro de Le Guin también resulta de utilidad a la hora de distinguir entre ciencia ficción y literatura fantástica.16 En un extremo de este espectro lineal se encuentra la ciencia ficción pura; en el otro extremo, la pura fantasía; a lo largo de la línea, cualquier número de variables es posible, pero eventualmente una hace sombra sobre la otra. La ciencia ficción y la fantasía comparten el mismo espectro porque ambas crean mundos que son radicalmente diferentes de la “realidad consensuada” de la autora, es decir, los hechos y creencias sobre el mundo, de la autora y del lector, en los cuales las personas basan sus actividades diarias.17 El mundo creado o alterado subvierte la realidad consensuada en cosas tales como las formas de vida inteligente, el lenguaje, la historia, las condiciones atmosféricas o su locación física.

Los mundos de la literatura fantástica y de la ciencia ficción, entonces, ofrecen a los lectores la posibilidad de expandir sus mentes al experimentar un mundo alternativo y, luego, la posibilidad de regresar a su realidad consensuada con un cambio de perspectiva. Por ejemplo, el lector podría ver que el progreso tecnológico puede destruir el medio ambiente, que la matemática es una herramienta capaz de construir más que de describir la realidad o que la manera en la cual un individuo lidia con un otro alienígena es, finalmente, lo que determina la naturaleza de una sociedad.

La ciencia ficción y la fantasía pertenecen a extremos opuestos del espectro porque difieren en cómo derivan sus mundos alternativos de la realidad consensuada. El mundo alternativo de la ciencia ficción se deriva al suponer una diferencia radical en algún cuerpo de conocimiento científico organizado, incluyendo tanto las ciencias “duras” (como la física, la química o la geología) como las ciencias “blandas” (la antropología, la psicología o la historia). Esta diferencia radical puede ser la existencia de una computadora sentiente colosal, una máquina del tiempo, una cultura sin guerras o una raza humana en la cual cada individuo puede funcionar sexualmente tanto como hombre o como mujer. Una vez que esta diferencia es postulada, sin embargo, el escrito se sirve rigurosamente la ciencia como cuerpo de conocimiento y como método de investigación para hacer que este mundo parezca posible.

El mundo alternativo de la fantasía se deriva suponiendo una diferencia radical en el fundamento racional de todo el conocimiento, mediante la suposición de la existencia de fuerzas sobrenaturales que cubren las actividades diarias del mundo. Así, la diferencia radical podría ser: personajes increíbles como los hobbits, animales que hablan, dragones ancestrales y sabios o trabajadores mágicos como hechiceras o magos. Comparado al mundo de la realidad consensuada, la ciencia ficción crea un mundo alternativo que podría ser posible, mientras que la fantasía crea un mundo alternativo que es imposible.

Podría resultar de ayuda intentar ubicar en este espectro los cuatro mundos que Le Guin ha utilizado en prácticamente todas sus ficciones publicadas hasta la fecha: Terramar, los planetas Hainish, Orsinia y la Costa Oeste estadounidense en un futuro cercano. Cerca del extremo fantástico se encontraría Terramar. Este mundo es un archipiélago, un grupo de islas ascendidas por sobre el mar cuando Segoy, deidad ancestral o héroe épico, emitió18 la palabra de la creación. Este mundo, habitado por dragones, gente ordinaria y magos y hechiceras, es un lugar en el cual la magia funciona.19 En el extremo opuesto se encontrarían los planetas Hainish, que, a pesar de ser alrededor de cien planetas muy diferentes entre sí, todos pueden albergar vida humana y fueron “engendrados” de ella por las antiguas gentes del planeta Hain, posiblemente hace millones de años. Las diferencias entre los mundos, sus habitantes y sus tecnologías se explicadas gracias a conceptos científicos o pseudocientíficos. Orsinia es un país cercado por tierra, ubicado en Europa Central. Podríamos ubicarlo a medio camino entre la ciencia ficción y el centro del espectro, ya que, a pesar de que el mundo alternativo está científicamente justificado, coexiste “fantásticamente” en tiempo y espacio con la realidad consensuada. La Costa Oeste estadounidense: el norte de California, Oregon y Washington, es donde Le Guin ambienta sus historias especulativas sobre el futuro de Estados Unidos. El borde occidental de estos estados contiguos, que sugiere la posibilidad de un final o un inicio, es el escenario apropiado para sus visiones apocalípticas. Podría ubicarse cerca del centro del espectro, ya que, a pesar de ser claramente un mundo de ciencia ficción, incluye un reino espiritual que es casi tan tangible como la magia lo es en Terramar.

Terramar, el mundo de la trilogía fantástica de Le Guin, es el lugar indicado para comenzar el vistazo general de sus mundos, ya que concretiza los principios esenciales de la construcción de mundos y de la relación entre el ser humano y los mundos físicos. Los libros de Terramar (Un mago de Terramar, 1968; Las tumbas de Atuan, 1971; y La costa más lejana, 1972) son una trilogía, tres novelas que se conectan cronológicamente al seguir a un personaje común, Ged, desde su adolescencia hasta la vejez, y temáticamente, al explorar la experiencia de formación de Ged en la primera novela, de una sacerdotisa adolescente en la segunda y de un príncipe de Terramar en la tercera.

Siendo una historia fantástica, Terramar es un mundo con dragones y magos, un mundo en el cual la magia funciona tanto para el bien como para el mal. Como su nombre sugiere, es un mundo “ambos/y”20, formado por ambos, tierra y mar, que depende del balance entre ambos: tierra y mar, gente y medio ambiente. Sus habitantes comprenden el delicado equilibrio que existe entre todas las cosas, al que llaman Equilibrium, y saben que los magos y hechiceros pueden modificarlo. En cada una de las tres novelas, el personaje común de Le Guin, Ged, se encuentra ante situaciones en las que sus hechizos (su uso del lenguaje) puede mantener, perturbar o corregir el balance.

Este mundo de tierra y mar, fuera de la realidad consensuada, representa para Le Guin la imagen concreta de la idea de que todas las cosas, orgánicas e inorgánicas, materiales y espirituales, objetos y fuerzas, dan forma y son formadas las unas por las otras.

Las experiencias de formación representadas en cada una de las novelas de Terramar encarnan viajes que son a la vez físicos y psicológicos. El encuentro fundamental de cada uno de los protagonistas es con las tentaciones que ofrecen los poderes de la oscuridad. Los adolescentes de las tres novelas son ayudados por hombres sabios que les enseñan que parte de convertirse en adultos es aprender que ellos mismos son parte integral de la red existencial que deben aprender a respetar, comprendiendo no solo la mera utilidad de las cosas, sino también su esencia, su unicidad.

El lector que termina la trilogía fantástica de Le Guin regresa de este viaje a través del texto con una mayor conciencia de la naturaleza de la experiencia de formación, de la interdependencia entre persona y lugar y de la significación del lenguaje. Si la experiencia de formación es pensada como una “misión del héroe”, entonces el lector se enfrenta a una nueva característica heroica, la habilidad de saber cuándo no actuar. El lector, incluso, tiene un nuevo modelo de misión que considerar. No se trata de un simple viaje de aventuras, sino de un viaje de vida, desde la adolescencia hasta la vejez, a través de una serie de cambios. Además de cuestionar la experiencia de formación, el lector también reexamina la relación de la humanidad con el medio ambiente y la habilidad humana de conocer y afectar esa realidad. El Terramar de Le Guin enfatiza la interdependencia entre todas las cosas existentes, lo cual es, ciertamente, una preocupación constante para nuestro planeta y nuestras sociedades tecnológicamente desarrolladas que hacen hoyos en la capa de ozono, crean lluvias radioactivas, derrames de petróleo, a la vez que ponen en peligro especies enteras. El mundo de Le Guin, además, hace énfasis en el lenguaje, la herramienta humana para aprender sobre y afectar al medio ambiente, así como a uno mismo y a los otros. El poder del mago para nombrar, el lector comprende, simboliza el poder del lenguaje para crear la realidad; es una herramienta mediante la cual los humanos participan en ella, cooperan con ella o la controlan.

En contraste con el mundo fantástico de Terramar, en el cual existe la magia y el endeble equilibrio de todo lo existente es crucial, los mundos de ciencia ficción de Le Guin resaltan la importancia de mantener el equilibrio entre las personas que habitan los planetas Hainish al reconocer el carácter humano que tienen en común las diferentes razas y culturas. Las diferencias radicales entre los mundos Hainish se deben al hecho de que hay ochenta y cuatro diferentes planetas que han sido establecidos o “engendrados” por los antiguos Hains o por sus ancestros. En consecuencia, aunque todos los planetas poseen diferentes medioambientes y culturas, sus habitantes comparten un mismo ancestro común, los Hains. Hasta la fecha, Le Guin ha publicado seis novelas: El mundo de Rocannon (1966), Planeta de exilio (1966), La ciudad de las ilusiones (1967), La mano izquierda de la oscuridad (1969), El nombre del mundo es bosque (1972) y Los desposeídos (1974). Estos últimos tres trabajos son considerados sus grandes novelas de ciencia ficción.

A pesar de que los planetas Hainish se encuentran, al igual que Terramar, fuera de la realidad consensuada, sus características ambientales y sus comunidades humanas están justificadas por las ciencias: biológica, psicológica, física y, más importante, por la antropología. En estas novelas, los protagonistas de Le Guin son, usualmente, etnólogos o antropólogos que estudian la esencia de las diferentes culturas. Debido a la inmensidad y a la diversidad del mundo Hainish, la comunicación y el entendimiento se convierten en algo vital. En consecuencia, los científicos futuristas de Le Guin han desarrollado herramientas para mejorar la comunicación, como una nave espacial más rápida que la velocidad de la luz o un artefacto llamado el “ansible”, el cual permite mantener comunicaciones de manera instantánea a años luz de distancia. Además, casi todos los habitantes tienen la habilidad de comunicarse a través de lo que Le Guin llama el oír mental (mindhearing) y el discurso mental (mindspeech), algo así como una telepatía instantánea.

Las novelas Hainish hacen foco en el significado de la diplomacia, el esfuerzo por equilibrar las conflictivas necesidades de la comunidad humana y las del individuo, quien lidia con la contradicción entre libertad y restricción social, entre lealtad y traición y entre alienación e integración.21 El universo, inmenso y diverso, que Le Guin establece requiere de un dispositivo, el cual comparte con las novelas de Terramar: la travesía del descubrimiento, que lleva a la vez al conocimiento del otro y de uno mismo.

Sus protagonistas arriban a un nuevo mundo como representantes de su planeta de origen. Al encontrarse con culturas extrañas, son llamados “alienígenas” o incluso “pervertidos”. Así, deben reexaminar su propio sentido de qué es humanidad, del mundo y del hogar, a la vez que se ven forzados a reconocer que estos “alienígenas” también son humanos. Los antagonistas en las novelas Hainish son, casi siempre, hombres que buscan el poder y la gratificación individual, sin importar el efecto que eso pudiera tener sobre la libertad de otros o sobre la naturaleza de la comunidad. Debido a que los protagonistas son también diplomáticos, su lucha adquiere proporciones épicas, si ambos individuos alienígenas pueden crear una comunidad de dos personas, entonces hay esperanza para las relaciones entre sus respectivos planetas.

Más allá de que el protagonista se ve transformado por la experiencia, Le Guin siempre concluye sus novelas sin describir las relaciones que se desarrollarán entre ambos mundos. Por lo tanto, el lector sale de una o varias de las novelas Hainish con una mayor conciencia de la experiencia de alienación y de la complejidad de tratar de comunicarse con lo extraño y con el shock y el deleite del encuentro con una forma alternativa de ver el mundo.

Luego de la extensión espacial que presenta la ciencia ficción de Le Guin, Orsinia se presenta como un mundo muy pequeño y estrecho, incrustado en Europa Central, geográfica e históricamente. A pesar de haber sido inventado antes que los otros mundos de Le Guin, resulta mucho menos familiar a los lectores que Terramar o los planetas de Hainish. La primera historia corta publicada por Le Guin está ambientada en Orsinia (1961). Sin embargo, este primer mundo no fue reconocido como tal hasta la publicación de Cuentos de Orsinia (1976), una antología de historias cortas, y Malafrena (1976), una novela. A diferencia de los mundos de las novelas de Terramar y Hainish, Orsinia es un mundo que no posee características obvias de la ciencia ficción o de la fantasía. Y, sin embargo, al igual que los planetas Hainish y Terramar, Orsinia no existe en la realidad consensuada.

Orsinia es, en palabras de Le Guin, “un país de Europa Central inventado pero no fantástico”.22 Es pequeño y se encuentra cercado de tierra, al igual que las modernas Hungría o Checoslovaquia, tiene su propia lengua, y por siglos ha estado dividido en diez provincias. Comparte con otros países europeos el período feudal, su lucha por la unidad bajo un único rey, periodos de haber sido conquistado y gobernado por extranjeros, el ímpetu de la Revolución Francesa por pelear y expulsar una monarquía y avanzar hacia una república y su participación en ambas guerras mundiales. Por lo tanto, a diferencia del mundo de Hainish, en el cual a cada nuevo planeta se le es otorgada la oportunidad de unirse a una comunidad de humanos más grande, los orsinianos han sido víctimas de agresiones imperialistas por parte de dichas comunidades humanas mayores. Una y otra vez han perdido su independencia y, aún así, han mantenido un fiero amor por su identidad étnica y por su tierra.

La palabra “Orsinia” y el primer nombre de Le Guin, Ursula, comparten la misma raíz. Ella, incluso, ha afirmado que Orsinia es su país.23 Expresando su propia herencia europea, vinculada de manera cercana a la cultura alemana o polaca y a lugares específicos (sus ancestros Kroeber provienen de la villa Kroebern en Alemania y sus ancestros Kracaw, de Cracovia24), Le Guin crea personajes que eligen permanecer en su tierra natal, a pesar de ser oprimidos política, económica y socialmente. En una escala mayor, las historias de Orsinia también representan la herencia de Europa Central en el mundo occidental. Orsinia se encuentra en el centro de algunos de los eventos más tumultosos de la civilización occidental: la revolución francesa, el cambio de gobiernos absolutista a repúblicas, el ascenso al poder de Hitler, el holocausto, la segunda guerra mundial y la amenaza de una guerra nuclear.

A diferencia de su ciencia ficción o fantasía, aquí los viajes son solo contemplados o se encuentran confinados dentro de las fronteras de Orsinia: viajes en tren, una caminata a través de la ciudad, o a lo sumo un viaje desde la montaña a la capital. Las tramas también están “confinadas”; las historias exploran de qué manera los individuos reconcilian sus deseos de libertad o desarrollo (psicológico, artístico, político) con la realidad de su opresión. Las historias llegan a su climax y terminan en un momento de autopercepción o reconocimiento del personaje principal. Sin embargo, lo que será de la vida de estos personajes luego del momento de descubrimiento es desconocido. Sus protagonistas se diferencian de aquellos presentes en sus historias de ciencia ficción y fantasía en que, estos últimos, a pesar de su humildad y modestia, aparecen en el lugar exacto en el momento justo y son heroicos porque traen una nueva perspectiva que cambia la naturaleza de la cultura alienígena y del mundo con el que interactúan. Los protagonistas orsinianos son granjeros, terratenientes25, editores, soldados, trabajadores de cantera, artistas, científicos; no son leyendas-en-proceso, ni sus sencillas acciones van a cambiar inmediatamente el curso de la historia o a detener la siguiente ola de agresión imperialista o la próxima guerra. En sus vidas diarias, sin embargo, demuestran cómo sobreviven y mantienen su dignidad.

Los cuentos de Orsinia modifican la perspectiva del lector al respecto de la historia. A pesar de referirse a algunos de los eventos más horrendos de la cultura occidental, estos relatos recuerdan al lector que la historia no se trata solo de grandes eventos y decisiones de gobernantes; historia es también las decisiones de los individuos para conseguir libertad para pensar, para escribir, para definirse a ellos mismos, para elegir su hogar, su trabajo o a su pareja.

Al igual que el mundo de Orsinia, la escala de la futura Costa Oeste es también limitada. Pese a las publicaciones de La rueda celeste (1971) y de “La nueva Atlantis” (1975), no es hasta la publicación de El eterno regreso a casa en 1985 que se clarifica la existencia de este cuarto mundo, la Costa Oeste Estadounidense futura, en la ficción de Le Guin.

A pesar de compartir un mismo escenario, estos tres escritos no funcionan como una trilogía; no hay personajes en común y muy poco se comparte entre las historias, aunque todas asumen una sociedad pasada capitalista, urbana e industrial, similar a la que existe en los Estados Unidos contemporáneos. De todas formas, las tres historias pertenecen a la Ciencia Ficción. Le Guin las ubica en el siglo XXI y logra que la naturaleza de la costa y la sociedad humana sean creíbles gracias al uso de las ciencias: meteorológicas, geológicas, antropológicas y los estudios del sueño. El futuro de la costa ha sido deformado por desastres naturales (terremotos, erupciones volcánicas, inundaciones) y sus recursos han sido dañados por desastres humanos (guerra, radiación, fugas, desperdicios industriales).

Los protagonistas de estos escritos son, entre todos los personajes de la ciencia ficción de Le Guin, quienes experimentan la alienación más drástica. En lugar de hacer un largo viaje a través del espacio hacia un mundo esperadamente alienígena, estos personajes no tienen forma de abandonar la tierra y deben experienciar la conversión de la propia tierra natal en un lugar extraño. Para una autora cuyas novelas comienzan con la visión de una persona y un lugar, las catástrofes del mundo-hogar parecen ser los escenarios y tramas más difíciles que Le Guin podría abordar. En una entrevista de 1982 ella misma afirmó que La rueda celeste y “La nueva Atlantis” “están entre las cosas más tristes que he escrito, las más cercanas a la desesperanza, y ambas están ambientadas aquí [Portland]”.26 En La rueda celeste, George Orr se encuentra en medio de los cambios, ya que son sus sueños efectivos los que inicialmente detienen la destrucción total del mundo durante una guerra nuclear y que luego continúan cambiando la naturaleza de la sociedad. En “La nueva Atlantis”, Belle intenta hacer frente a su conocimiento del desastre que se acerca: la inundación de su tierra natal. El eterno regreso a casa es una novela post apocalíptica que muestra una cultura que ha aprendido a reconectarse con su tierra cambiada.

Estos trabajos reflejan la preocupación de Le Guin con respecto al aspecto que su mundo contemporáneo parece estar tomando; por detrás se encuentran la exterminación de las tribus Indias de California, el desplazamiento y holocausto judíos, el encarcelamiento de los japoneses americanos en California durante la Segunda Guerra mundial e Hiroshima, todos terribles presagios de un futuro sin futuro. A pesar de que Le Guin ha mantenido una pelea con el concepto de utopía planeada en su ficción, este cuarto mundo es el único en el cual ha considerado abiertamente el problema de la utopía en todos los trabajos que allí se ambientan. La rueda celeste y “La nueva Atlantis” retratan el fracaso de una utopía planeada para proporcionar mayor bienestar material, libertad o felicidad a sus ciudadanos. El eterno regreso a casa rechaza la utopía tradicional como el lugar donde todas las personas están permanentemente felices (a cambio de libertad) y en el cual la vida es fácil. En su lugar, muestra una sociedad en la que la gente trabaja duro, lucha contra enfermedades y contra una alta tasa de mortalidad infantil y teme ser conquistada por vecinos belicosos, pero también un lugar en el cual las personas profesan la conservación del medio ambiente, la moderación y el gobierno por consenso mutuo.

El lector experimenta la dislocación y la alienación en tanto cada uno de estos trabajos presenta un mapa deformado de la familiar Costa Oeste. No solo sus líneas han sido redibujadas, sino que aquellas que podrían representar el futuro de la sociedad estadounidense también lo han sido. Cada uno de estos tres trabajos sugiere un siglo XXI americano diferente, culminando en El eterno regreso a casa con una sociedad cuyas decisiones no están basadas en la necesidad de crecimiento económico ni en la fe en el progreso.

En El eterno regreso a casa se hace explícita la manera de cambiar las ideas de una sociedad con respecto a esas dos creencias: la narración de historias. Según Le Guin, no ha habido ninguna cultura que no haya contado historias. Las historias de un mundo encarnan no solo sus tensiones, estrés, conflictos y valores actuales, sino también su habilidad para soñar con formas alternativas de hacer las cosas, distintas estructuras políticas, políticas ambientales y valores. En El eterno regreso a casa, una novela narrada por muchas voces, Le Guin sugiere que, si la cultura americana se encuentra encarnada en sus historias, entonces una forma de cambiar su precipitado accionar en relación con la guerra nuclear y el agotamiento de los recursos naturales, es cambiando las historias. Si la gente puede imaginar un mundo alternativo, junto con sus habitantes aquí, en este mismo planeta, entonces habrán aumentado sus chances de llegar allí.

Como sugiere este vistazo a los mundos ficcionales de Le Guin “llegar allí” es un viaje para ambos, artista y lector. El viaje tal vez ocurre dentro de los mundos expandidos de Terramar o los planetas Hainish, o en los restringidos mundos de Orsinia o la Costa Oeste estadounidense. Una travesía individual puede convertirse en la exploración de un viaje de formación que dura toda una vida, o de un viaje de alienación y conexión, o de las dificultades para identificar la propia herencia, o de la naturaleza de la utopía. Sin importar el mundo o el viaje, el lector se verá inmerso en un nuevo “allí”, el cual lo llevará a un mejor entendimiento de los seres inteligentes, del mundo y de la interacción entre ambos.


* “Understanding Ursula K. Le Guin”, cap. 1 de Understanding Ursula K. Le Guin. Revised Edition. Columbia: University of South Carolina Press, 1993. Traducción y notas de Julia Scodelari para la Cátedra de Literatura Norteamericana (UBA)

  1. Win McCormack y Anne Mendel, «Creating Realistic Utopias», Seven Days, 1.5 (11 April). 1977: 39.
  2. Aproximadamente noventa y siete kilómetros. N. d. T.
  3. Theodora Kroeber, Alfred Kroeber: A Personal Configuration, 1971:141.
  4. Un Bachelor’s Degree es un título de educación universitaria que se consigue al finalizar una carrera de entre tres y seis años de duración, equivalente a una licenciatura. N. d. T.
  5. Universidad femenina ubicada en Massachusetts, dependiente de Harvard cuando esta era una institución exclusivamente masculina. N. d. T.
  6. Le Guin, “A Citizen of Mondath”, The Language of the Night. Ed. Susan Wood. New York: Putnam’s, 1979:26-28.
  7. Premios literarios que se entregan de manera anual por el periódico The Boston Globe y la revista de literatura juvenil The Horn Book Magazine. N. d. T.
  8. Premios otorgados anualmente por la Convención mundial de ciencia ficción a la mejores obras de ciencia ficción o de fantasía. N. d. T.
  9. Premio otorgado por la Asociación de escritores de ciencia ficción y fantasía de Estados Unidos a las mejores obras de fantasía o ciencia ficción publicadas en los Estados Unidos. N. d. T.
  10. Premio que se concede en los Estados Unidos a las mejores obras publicadas de distintos géneros. Es uno de los más prestigiosos premios literarios que se otorgan en Estados Unidos. N. d. T.
  11. Le Guin, “Science Fiction and Mrs. Brown”, Language of the Night, 110.
  12. “Science Fiction and Mrs. Brown”, 118.
  13. En inglés, el publisher no solo está a cargo de la edición del manuscrito: también se encarga de la mercadotecnia. N. d. T.
  14. “A Citizen of Mondath”, 28.
  15. Samuel R. Delany, “About Five Thousand One Hundred and Seventy Five Words”, SF: The Other Side of Realism, ed. Thomas D. Clareson. Bowling Green, OH: Bowling Green University Popular Press, 1971:141.
  16. Le Guin, “Introduction to Rocannon’s World”, Language of the Night 133. Eric S. Rabkin también utiliza este espectro para definir fantasía y ciencia ficción; ver The Fantastic in Literature, Princenton: Princeton University Press, 1976.
  17. Kathryn Hume, Fantasy and Mimesis: Responses to Reality in Western Literature. New York: Methuen, 1984, xi. Para un vistazo a la definición de ciencia ficción ver Brian Stableford y Peter Nicholls, “Definitions of SF”, The Science Fiction Encyclopedia. Garden City, NY: Doubleday, 1979:159-61.
  18. El poder de la palabra “hablada” es central en las ficciones de Ursula Le Guin, cuyo sistema de magia más importante se basa en el poder que se puede ejercer al saber el verdadero nombre de las cosas. En este sentido se entiende que, para el mundo de Terramar, hablar o emitir la palabra de la creación es equivalente a crear el mundo. N. d. T.
  19. La elección de la expresión “magic works”, que traducimos como “la magia funciona”, en lugar de, por ejemplo “la magia existe”, deriva de la relación interdependiente de esta magia con el resto del universo. En Terramar la magia no solo existe, sino que influye sobre todo lo que existe y en ese sentido se puede decir que “funciona”, cumple una función concreta en el mundo. N. d. T.
  20. La fórmula “ambos/y” o “both/and” intenta expresar gráficamente la conjunción de estos dos aspectos del mundo de Terramar, formado por pares o elementos contrastivos que, además, son interdependientes entre sí y configuran una misma unidad mundo. N. d. T.
  21. Se entiende “alienación” como el estar aislado del mundo objetivo. Así, el personaje que ha viajado a otro planeta se encuentra aislado en este nuevo lugar. La idea de integración sería lo opuesto a alienación, pero también el objetivo: integrarse al nuevo mundo al que se ha llegado, o incluso lograr la integración entre ambas ideas de mundo. [N. d. T.
  22. “A Citizen of Mondath”, 28.
  23. James W. Bittner, Approaches to the Fiction of Ursula K. Le Guin. Ann Arbor, MI: UMI Research Press, 1984:29.
  24. Kroeber, 5, 121. N. d. T.
  25. En el sentido más literal: dueños de tierras. N. d. T.
  26. Larry McMaffery y Sinda Gregory, “An Interview with Ursula Le Guin”, The Missouri Review 7, no. 2, 1984:76.