Inicio 9 Bibliografía 9 Conclusión: “Ese sol del atardecer” *

Este estudio ha observado cómo los escritores norteamericanos retratan el lenguaje de sus personajes infantiles y ha investigado esta materia mediante la aplicación de principios lingüísticos formulados desde la investigación acerca de la adquisición del lenguaje en los infantes al discurso directo de personajes jóvenes ficcionales seleccionados.  Aunque no todo personaje joven de la literatura norteamericana ha sido exhaustivamente abordado, así como tampoco todo principio lingüístico relevante a la adquisición del lenguaje, la consideración ha sido razonablemente comprensiva en cuanto al uso de la lingüística y de las selecciones literarias. El habla de todos los personajes infantiles en clásicos de la ficción tales como La letra escarlata o Huckleberry Finn ha sido revisitada. Se han discutido muchas novelas y cuentos menos conocidos como Llámalo sueño o “Niño ángel” y alguna ficción de consumo masivo tal como El Exorcista. Desde el punto de vista lingüístico, los capítulos han considerado tópicos de la fonología, morfología y sintaxis y han fundado sus bases en investigaciones profundas de la semántica y la pragmática, dándole particular atención a las estructuras de roles, funciones del discurso, interacciones entre padre e hijo, estructuras narrativas y diferencias de género. Analizar el discurso literario de los niños nos ha brindado conocimiento sobre áreas de técnica ficcional y caracterización previamente desatendidas, y las metodologías lingüísticas utilizadas nos han proveído de nuevas vías para interpretar textos específicos y para entender diversos asuntos textuales.

Los capítulos previos se organizaron alrededor de aspectos lingüísticos individuales de la adquisición del lenguaje tal como aparecen operando en numerosas obras literarias. Para concluir, veamos cómo un relato y el discurso directo de sus personajes infantiles pueden ser iluminados por la examinación de las características fonológicas, morfológicas, sintácticas, semánticas y pragmáticas del discurso. Esto establecerá que la aplicación combinada de todos los tópicos lingüísticos introducidos de manera separada en los capítulos anteriores (estructuras narrativas, discurso padre-hijo, funciones del habla, roles de caso, y diferencias de género) puede ser útil en la lectura y la comprensión de un texto. El cuento elegido para esta aplicación final es “Ese sol del atardecer”, de William Faulkner.

Los temas del lenguaje y de la niñez son centrales en la escritura de Faulkner, así como lo son en la totalidad de la literatura norteamericana. Mientras que los críticos han notado la importancia del uso del lenguaje de Faulkner desde hace mucho tiempo, han tardado más en reconocer la especial presencia de la niñez en su obra, excepto en algunos estudios tales como los de Marvin Fisher (“The World of Faulkner’s Children”)1 y David Minter (“Faulkner, Childhood, and the Making of The Sound and the Fury”)2. Como ha indicado Minter, la dirección de la carrera de Faulkner fue formada por su redescubrimiento de la niñez durante un periodo de crisis personal adulta. En 1927, luego de que su tercera novela, Banderas en el polvo, fue rechazada por su editor, Faulkner dudó acerca de buscar otra carrera. Finalmente decidió continuar escribiendo, pero para sí mismo, en vez de hacerlo para un editor. Escribiendo para sí mismo, el tema hacia el cual Faulkner se dirigió inmediatamente fue el de la niñez, y retrató específicamente su propia niñez mientras escribió tres cuentos que concernían a tres jóvenes: Quentin, Caddy, y Jason Compson. “Ese sol del atardecer” fue la primera de estas historias, y la tercera, llamada “Crepúsculo”, acabó convirtiéndose en El ruido y la furia3.

Muchas características de sus lenguajes marcan a Quentin, Caddy, y Jason Compson como niños en “Ese sol del atardecer”. Los tres hablan de manera simple, expresándose con pocas estructuras sintácticamente complejas. Ellos hacen preguntas de manera frecuente, y constantemente se repiten. Abundan las instancias donde se puede observar una gramática no estandarizada en el discurso de los niños y de los sirvientes; por ejemplo, hay muchas dobles negativas y se utiliza mucho la palabra ain’t4. Fonológicamente, Caddy llama a su hermano “gato asustadijo” (293) en vez de, como podríamos esperar que suene la palabra, “gato asustadizo”, aunque una construcción más interesante viene de la sirvienta Dilsey, quien sugiere que “telefoneem al marshall” (298)5. Tanto el contenido como la forma del discurso de los niños son presentados de forma realista, pero, salvo en el caso de las preguntas, que hemos encontrado como algo típico de los niños dentro de la literatura, y la gramática no estandarizada, cuestión que probablemente esté relacionada a que los niños forman su discurso imitando los dialectos de los sirvientes, las características sintácticas, morfológicas y fonológicas del lenguaje infantil en “Ese sol del atardecer” no son destacables. Como en gran parte de la literatura norteamericana, los elementos más interesantes del lenguaje de los niños yacen fuera de la fonología, morfología o la sintaxis.

Las características narrativas de “Ese sol del atardecer” constituyen sus cualidades más notables. La historia es contada por Quentin a sus veinticuatro años mientras recuerda cómo hace quince años él, su hermana de siete años Caddy, y su hermano de cinco años Jason eran espectadores de una situación dramática que involucraba a Nancy, su sirvienta. Los primeros cuatro parágrafos de la historia forman lo que parece ser una orientación bastante directa hacia a una estructura narrativa tradicional. Inesperadamente, Quentin abandona su hilo de pensamiento principal cuando habla de Nancy y su esposo, Jesus, quien no “busca y entrega” (290) la ropa de la gente blanca para que su esposa la limpie, como sí lo hacían otros esposos. En ese punto la narrativa de Quentin se disuelve dentro de una serie de mini-narrativas acerca de Nancy: Nancy y el señor Stovall, Nancy con Jesus, Nancy sola en la cocina, Nancy siendo acompañada a su casa, Nancy durmiendo con los niños, Nancy con Dilsey, y, finalmente, la narrativa más larga de todas, Nancy llevando a los niños a su cabaña. Con cada nueva historia que relata Quentin, su rol como narrador adulto se desintegra progresivamente; como señala Joseph Garrison en “The Past and Present in ‘That Evening Sun’”6, Quentin entra nuevamente al mundo de su infancia y no emerge de él al final.

Al igual que el narrador en Huckleberry Finn, en “Ese sol del atardecer” el narrador no se muestra a sí mismo como un hablante de manera frecuente. Cuando es un niño, en la historia, Quentin no cuenta historias usando el discurso directo, ni tampoco lo hace ninguno de los otros niños o adultos. En un punto Nancy empieza a entretener a los niños en su cabaña con un cuento de hadas, pero ella está tan desesperada que su relato es percibido por los niños como un sinsentido. De hecho, los personajes no solo no comunican sus experiencias y sentimientos a través de narrativas personales, ellos se dicen pocas cosas entre sí que no sean preguntas o reproches. La mayoría del discurso directo en “Ese sol del atardecer” consiste en fragmentos de conversaciones que sugieren vidas fragmentadas al igual que conexiones personales fragmentadas.

El quiebre de la voz narrativa de Quentin está demostrado de varias maneras que a su vez están conectadas al marco narrativo de la historia. Por ejemplo, aunque la historia está dividida en seis secciones marcadas por números romanos, esas secciones no se corresponden de manera alguna con los seis elementos universales de la narrativa personal ya descriptos en el Capítulo 6 de este libro7. Ninguna de estas mini-historias tampoco contiene todos los elementos de una narrativa plenamente acabada. La incapacidad de Quentin para completar siquiera una línea narrativa sugiere claramente un desbalance mental. El carácter incompleto de las narrativas de Quentin complementa la situación que sucede en la sociedad circundante, donde las relaciones entre individuos y entre clases están, tristemente, incompletas. En una escala aún más amplia, la falta de plenitud en las historias de Quentin imita el derrumbe del estilo de vida sureño, puesto que el cuento de la vida sureña no había tenido el desenlace que algunos individuos de la misma clase social de Quentin esperaban.

Asimismo, mientras la distinción entre Quentin como narrador que en retrospectiva entiende qué pasó y Quentin en su infancia, que no lo entendió, es clara al principio, pero se va tornando cada vez más brumosa cuando él comienza a describir personas o eventos de la manera en que lo hubiese hecho cuando era un niño. Por ejemplo, en vez de dar una explicación lógica y específica del tiempo y de la conexión temporal, él tan sólo dice acerca de la ausencia de Dilsey que “fue un largo tiempo” (292). Con cada nueva mini-narrativa, las conexiones comienzan a tornarse más laxas, así sucede por ejemplo cuando la transpiración de Nancy es descripta con un cariz infantil de incomprensión: “El agua todavía corría por la cara de Nancy” (306). La organización de las mini-historias se vuelve progresivamente menos convencional, menos coherente, y menos completa, paralelizando la confusión y falta de conexión que caracteriza el estado mental de Quentin y que apoya las temáticas esenciales de este relato: el miedo y el aislamiento. Hacia el final del cuento, la diferenciación entre el entendimiento adulto e infantil ya ha colapsado para formar un solo punto de vista egocéntrico y pueril ejemplificado por el último comentario de Quentin acerca de la posibilidad de que Nancy sea asesinada: “‘¿Y ahora quién lavará nuestra ropa, Padre?’ dije” (309).

El colapso del yo adulto de Quentin en su yo infantil es particularmente importante para esta representación de Nancy. Como niño, Quentin piensa en ella en términos de quien se va a ocupar del lavado, y su actitud tipifica el maltrato que Nancy sufre por parte de virtualmente todos en la historia, excepto Dilsey. Parte de la deshumanización es sutil; por ejemplo, como nota Paula Sunderman en “Speech Act Theory and Faulkner’s ‘That Evening Sun’”8, cuando el señor Compson le dice a Nancy “Tú serás la primera cosa que vea en la cocina mañana a la mañana” (308), la está reduciendo a un objeto al emplear el término cosa para describirla. A lo largo del cuento Nancy es abusada, y el yo adulto de Quentin no puede romper con la perspectiva de su niñez para problematizar o siquiera reconocer su sufrimiento.

En “Faulkner’s Three ‘Evening Suns’”9 Norman Pearson ha mostrado cómo Faulkner revisó el cuento omitiendo pasajes de comentarios explícitos. Al hacer esto, Faulkner aumentó la importancia de la voz narrativa de Quentin y de la brecha que se reduce entre la perspectiva de los adultos y de los niños sobre los acontecimientos del relato. Además, mientras otros aspectos de “Ese sol del atardecer” han permanecido casi sin cambios en las tres versiones, el rol del lector en cuanto a la evaluación de la significación de otros aspectos se volvió fundamental gracias a la eliminación de los comentarios autorales.

La relación entre padres e hijos es fundamental para comprender a todos los personajes en “Ese sol del atardecer”. Así como una falta de interés inhibe la comunicación entre razas, también una falta de bondad dificulta la comunicación entre generaciones. Nancy intenta suicidarse mientras está embarazada, y el padre de su hijo no se interesa por ella en absoluto, rompiéndole la boca a patadas cuando ella demanda el pago por sus labores sexuales. De hecho, aunque la narrativa de Quentin cubre “un largo tiempo” (292), no hay mención alguna acerca de qué le sucedió a ese bebé, producto de la unión entre Nancy y el señor Stovall. Ciertamente Nancy no tiene un hijo en su cabaña, y no está claro si su embarazo continúa o si el bebé siquiera nació y, si es que sucedió, qué fue del acaecer de ese niño. El misterio de ese niño enfatiza la regresión de Quentin a un modo de pensar en el que no asocia el vientre hinchado de una mujer con un bebé, y la ausencia de una explicación acerca del niño también simboliza la ausencia de interés humano entre generaciones, razas, y sexos.

En la historia no se muestra una comunicación deseable entre padre e hijos. La tía Rachel, de la que se dice que es la madre de Jesus, rechaza verbalmente su rol materno: “A veces decía que era pariente de Jesus y otras que no” (294). La señora Compson está muy centrada en sí misma como para involucrarse en la vida de sus hijos. El señor Compson habla e interactúa con sus hijos, pero su actitud hacia ellos no es positiva, pues cuando la señora Compson discute con él acerca del peligro que representa Jesus (“¿Vas a dejar a estos niños desprotegidos, con ese negro dando vueltas?”), éste responde como un hombre cansado de la paternidad: “¿Y qué haría con ellos si fuese lo suficientemente desafortunado de encontrárselos?” (294). Puede que una frase tal sea dicha en broma, pero incluso si no se pretende que su comentario sobre la paternidad sea interpretado literalmente, tiene un contenido muy verdadero como para que no sea interpretado como la expresión de una paternidad turbulenta. No sorprende que, dado que sus padres le hablan tan poco a su descendencia, el discurso de los niños se asemeje más al de los sirvientes que al de sus padres. Ya que la mayoría de los adultos ignoran a los niños apenas tienen la posibilidad, la identificación cercana de Nancy con ellos, dormir con ellos, hablarles, y quererlos cerca suyo, todas ellas, parecen actitudes perversas.

En “Ese sol del atardecer” los problemas asociados a la paternidad están exacerbados por complicaciones multirraciales y multiculturales, al igual que en muchas otras obras de literatura norteamericana. El señor Compson es un gran ejemplo de un padre que sufre un estrés provocado por conflictos culturales y raciales, y la discordia dentro del hogar no hace más que reflejarlos. El señor Stovall no asume ninguna responsabilidad por los herederos mestizos que pueda llegar a generar. Jesus, esposo de Nancy, sería el padre legal mas no biológico del niño birracial, y él responde a esa situación con amenazas violentas y luego, aparentemente, abandona a su esposa.  Stovall no les dirige la palabra a los niños Compson en absoluto, Jesus deja que los niños escuchen sus amenazas encubiertas y sus alusiones sexuales metafóricas, y el señor Compson no se toma el tiempo de explicarles las cosas a sus hijos ni de escuchar sus preocupaciones.

Como sucede con el caso de las estructuras narrativas y las relaciones padre-hijo, las funciones del discurso en “Ese sol del atardecer” también proveen información útil para comprender la historia del cuento y para apreciar sus técnicas formales. Un análisis de las funciones del discurso en “Ese sol del atardecer” revela que los patrones lingüísticos de los personajes son distintos y apropiados para sus personalidades. El Cuadro 20 contiene listas de las funciones del habla de cada personaje; los términos empleados son aquellos que fueron introducidos en el Capítulo 4.

Como se puede observar en el Cuadro 20, los patrones del discurso adulto en “Ese sol del atardecer” son diversos. De todos los personajes, solo Nancy se expresa a sí misma a través de cada función del lenguaje posible. Este es un hallazgo notable, que subraya la diferencia y la alienación de Nancy con respecto a los demás personajes. En el contexto del cuento, hasta puede que el rango del discurso de Nancy sea considerado enfermizo, puesto que Dilsey, personaje que representa la fuerza y la razón, tiene un rango funcional limitado. La sensibilidad de Nancy está ilustrada por su preocupación por los sentimientos personales (discurso personal) y por la interpretación del comportamiento (discurso interpretativo), pero puede que estas funciones sean lujos muy costosos para una mujer negra, pobre e iletrada en el sur de principios del siglo XX. La inconformidad de Jesus también es revelada por su discurso; sus dos verbalizaciones manifestadas a través del discurso directo revelan pensamiento (discurso interpretativo) y voluntad de actuar (discurso performativo), cualidades que, cabe recalcar, la comunidad que lo rodea no aprecia de un hombre en sus circunstancias. La señora Compson es infantil en cuanto a su dependencia/uso exagerado de las preguntas (63% de su discurso es heurístico), y es exageradamente femenina en su uso del discurso interaccional y personal y en el nulo uso que hace del lenguaje interpretativo y performativo. En contraste a ella, el lenguaje del señor Compson tiene un aura masculina distintiva porque es muy interpretativo y regulador, además de que no contiene ningún discurso interaccional o personal.

Las funciones del discurso directo de los personajes más jóvenes también indican sus personalidades (Cuadro 20). El uso frecuente de Jason del discurso instrumental enfatiza cómo su foco está centrado en sí mismo y en sus necesidades. Además, tiene un alto porcentaje de performativos; los niños usualmente no son tan agresivos cuando declaran aquello que harán o no. Sorprendentemente, Jason hace pocas preguntas para un niño de 5 años; solo 6% de su discurso es heurístico. Su comportamiento lingüístico en “Ese sol del atardecer” prefigura o al menos se asemeja a la conducta hostil, determinada e individualista que éste exhibe en El ruido y la furia.

Quentin tiene poco que decir dentro de la narrativa de “Ese sol del atardecer”. La mayor parte de su discurso es informativo e interpretativo, como le corresponde a un narrador, y su énfasis informativo es correlativo a la falta de análisis dentro del cuento. La ausencia absoluta de funciones instrumentales, reguladoras, interaccionales, personales, imaginativas, poéticas y performativas dispone a su lenguaje en una posición exactamente opuesta al de Nancy, una inversión interesante dadas sus respectivas posiciones sociales y dado que él está contando la historia. El uso que Quentin hace del lenguaje lo desconecta y lo aísla de los demás niños y adultos del cuento. Este mismo patrón de conducta se ve en Quentin en El ruido y la furia. novela en la cual se suicida.

Caddy, como muchos otros niños literarios, hace preguntas continuamente; el discurso heurístico representa el 40% de sus enunciados. La figura materna que ella exhibe en su trato hacia Benjy en El ruido y la furia también se muestra aquí por la ausencia en su discurso de funciones instrumentales y el bajo porcentaje de funciones personales. Sus funciones lingüísticas, en nada parecidas a las de su madre, son similares a las de Dilsey en que ninguna de las dos utiliza el discurso instrumental, ambas tienen un bajo porcentaje de discurso performativo, interaccional e informativo, y ambas tienen un alto porcentaje de discurso heurístico. El discurso de Caddy también es similar al de Nancy en su porcentaje de funciones reguladoras, interaccionales, informativas, interpretativas y performativas. La similitud de los patrones discursivos de Caddy a los de Nancy no augura nada bueno para ella, y, de hecho, ya como una adulta en El ruido y la furia ella es casi tan infeliz como lo es Nancy en este cuento. Además, la similitud entre las funciones de los enunciados de Caddy, Dilsey y Nancy muestra que la niña modela su lenguaje a partir del de las sirvientas de la familia, los adultos con quienes ella interactúa de manera más frecuente.

Así como la revisión de las funciones lingüísticas de los personajes nos proveen de información de “Ese sol del atardecer”, también una examinación de los marcos de caso del discurso de los personajes revela matices de significado en la historia. El Cuadro 21 contiene una lista de los marcos de caso de todas las referencias que cada personaje hace de sí mismo en “Ese sol del atardecer”; restringir el análisis del caso a enunciados autorreferenciales nos permite ver cómo los personajes se ven a sí mismos. Los términos empleados son aquellos introducidos en el Capítulo 3.

El lenguaje de los personajes en esta historia contiene un número excepcional de construcciones de caso negativo. Todos los individuos de este relato, exceptuando a Dilsey y al señor Compson, se posicionan en construcciones negativas. El discurso reflexivo de Quentin es completamente negativo, el discurso de Jesus es más negativo que positivo, la mitad del discurso de Jason es negativo, y la referencia que Caddy tiene de sí misma como una experimentadora de sentimientos es tan negativa como positiva. Estos sentimientos negativos predicen el curso futuro de los personajes o bien en esta historia o en El ruido y la furia, pues Quentin se suicida, Jesus escapa, Jason crece para convertirse en un hombre amargado, y las características más sombrías de Caddy eventualmente terminan por opacar sus características más agradables. La perspectiva sombría que tantos personajes tienen de sí en “Ese sol del atardecer” refuerza la sensación general de desesperanza que impregna al relato. Los personajes con una visión autorreferencial positiva generalmente tienen un mejor desenlace. Por ejemplo, Dilsey permanece positiva a lo largo de su vida desde la aceptación de sus circunstancias, su determinación de hacer el bien, y su fe cristiana. La autoconcepción de Nancy en “Ese sol del atardecer”, sorprendentemente más positiva que negativa, insinúa una fuerza interna que le puede permitir superar sus miedos y adquirir la curiosa altura moral que asume en la novela de Faulkner Réquiem para una monja.

Las descripciones que los personajes hacen de sí mismos a través de sus marcos de caso suscitan comparaciones inesperadas que cruzan las líneas etarias, raciales, y de género. Tanto Dilsey como el señor Compson, los únicos personajes sin construcciones negativas en sus referencias de sí mismos, se retratan tan solo como agentes (relacionados a la acción performática) o experimentadores (relacionados con tener sentimientos), con sus porcentajes como agentes doblan aquel que tienen como experimentadores. La señora Compson y Jesus comparten negaciones similares de sentimientos (caso experimentador), y ambos se ven a sí mismos como los recipientes de las acciones de otros (caso paciente10) en un porcentaje exactamente igual. Caddy tiene un grado de autorreferencias similar al que tiene tanto su madre como Jesus, pero muchos de los casos paciente de Caddy se refieren de hecho a todos los niños que se encuentran bajo el paraguas del “nosotros”[us], como en: “Cuéntanos una historia” (302). El uso del caso agente de Caddy es alto para un niño y también para un personaje femenino, y, aunque solo es la mitad de alto que el porcentaje de su padre y de Dilsey, su uso confirma que ella es más fuerte y más independiente que sus dos hermanos. La señora Compson tiene muchas más oportunidades y comodidades en la vida que Nancy, y, sin embargo, la señora Compson se sitúa en casos paciente (el recipiente de las acciones de otros) significativamente más que Nancy.

Los patrones de roles de caso no son para nada como aquellos de sus padres. En todo caso, la negatividad de Jason y Quentin es como la de Jesus, y los marcos de caso de Caddy son más como los de Nancy; nuevamente, los niños han aprendido gran parte de su lenguaje de sus sirvientes. Se dice a menudo que el rol de los niños en “Ese sol del atardecer” es el de espectadores de un drama adulto, pero, como hemos vemos en Lo que Maisie sabía y Lolita, cuando los niños están expuestos a enredos de adultos, ellos inevitablemente se convierten en algo más que espectadores. Quentin, Caddy y Jason son, como Maisie, utilizados por los adultos que los rodean, y usualmente sirven como amortiguadores entre adultos en conflicto. Sin embargo, Caddy, como Lolita, aún se presenta a sí misma como una agente, como alguien que tiene poder para actuar. Los niños en general no se ven como meros recipientes de las acciones de los adultos, aunque ellos no entiendan completamente qué es lo que los adultos están haciendo. Entonces, los marcos de caso de Quentin, Caddy y Jason Compson revelan sus personalidades individuales, y muestran la evidencia de la fuerza de los niños.

Dado que las problemáticas sexuales son el corazón de la historia, las características específicas de género del discurso de los niños son de gran interés. En el capítulo previo acerca de género, examinamos el discurso de estos mismos personajes en El ruido y la furia, pero las dinámicas de sus relaciones aquí son diferentes, principalmente por la ausencia de Benjy. Sin Benjy, el retrato de Caddy como una figura maternal tiene menos fuerza. Además, Quentin, el narrador, se mantiene en una especie de trasfondo, reproduciendo pocas de sus propias elucubraciones. Lo que resta, entonces, es el antagonismo entre Jason y Caddy, y los dos sacan a flote lo peor de cada uno. Quentin tiene sentimientos profundos por su hermana, por lo tanto, su silencio en comparación con la ira de Jason indica una adoración resignada y distante en oposición a la rivalidad y el odio de Jason. Aquí, la sexualidad de los niños está débilmente delineada porque ellos funcionan como contrastes inocentes a los adultos, los cuales están involucrados de manera directa en problemas sexuales y violentos. El temor que Nancy tiene de Jesus, la tensión entre el señor y la señora Compson, y los sórdidos detalles de la relación de Nancy con el señor Stovall contribuyen a una brumosa atmósfera de terror, pero los niños no comprenden completamente qué pasa a su alrededor. Su ignorancia forma un filtro mediante el cual debe funcionar el lente narrativo de Quentin, y, mientras su ojo narrativo regresa a su perspectiva infantil, su conocimiento acerca de asuntos y problemáticas sexuales se tornan cada vez menos certeros.

Una característica peculiar del lenguaje de los niños relacionada al género ocurre cuando Quentin y Caddy, en al menos una ocasión, parecen imitar el discurso de sus padres de sexo opuesto. De esta manera, Caddy le dice a Nancy “Papá dice que vengas a preparar el desayuno” (290), mientras Quentin le dice a Nancy, «Mamá quiere saber si ya has terminado” (292). Las órdenes del señor Compson para que Nancy prepare el desayuno son directas y explícitas. El deseo de la señora Compson de que Nancy termine su trabajo y se vaya es parafraseado indirectamente, y el señor Compson debe traducirle el “¿Acaso Nancy todavía no terminó en la cocina?” al aún más claro, “Deja que Quentin vaya y vea… ve y fíjate si Nancy terminó, Quentin. Dile que puede irse a su casa” (292). Nótese que en Caddy resuena la voz declarativa de su padre, mientras que en Quentin resuena el discurso más femenino e indirecto de su madre.  La inversión de la identificación de género en el discurso de Quentin y Caddy puede ser asociada con la relación especial entre ellos dos. Es decir, sus sentimientos incestuosos pueden estar relacionados a su identificación con padres de sexos opuestos, dado que los niños, habiendo sobrepasado los 7 y 9 años (las respectivas edades de Quentin y Caddy), abandonan una identificación tan cercana con el sexo opuesto11. Las identificaciones lingüísticas de Caddy y de Quentin también podrían estar relacionadas a su entorno atípico, dado que solo juegan o hablan con sus hermanos de sexo opuesto en vez de hacerlo con amigos de su mismo sexo o edad. O bien puede ser que los aspectos de género de los patrones discursivos de los niños indiquen roles cambiantes de los hombres y mujeres en su sociedad, observación ya marcada en el Capítulo 7.

Cualquiera sea la razón, en “Ese sol del atardecer” el lenguaje de Caddy es asertivo en un modo masculino: ella controla los tópicos de la conversación, ella pregunta para conseguir información en vez de hacerlo para darle continuidad a la conversación, ella intenta llamar la atención a través de su uso del lenguaje, ella intenta controlar las acciones de los demás, y no es muy sensible para provocar a Jason con burlas de que es un gato asustadizo. Por otro lado, el discurso de Quentin es indirecto y sensible. Incluso como un hombre joven él entiende la importancia de las sutilezas del lenguaje, y él sabe cómo interpretar y responder a las corrientes ocultas del lenguaje de los demás. La sensibilidad de Quentin queda demostrada en el siguiente pasaje en el que él describe a su madre y su estilo de pensamiento y habla: “‘Jason!’ Dijo mamá. Ella le estaba hablando a papá. Se podía notar por la manera en la que dijo el nombre. Como si creyese que papá había estado todo el día tratando de pensar en hacer la cosa que a ella más le disgustaría. Me quedé callado, porque papá y yo sabíamos que mamá querría que él me haga quedarme con ella si tan solo ella pensaba en ello a tiempo” (294). A una edad temprana, Quentin ha desarrollado una conciencia de las sombras del lenguaje y, como a veces hacen las mujeres, aprendió a evitar el lenguaje hablado en algunos contextos. Aunque la actividad de narrar en Faulkner es usualmente un rasgo masculino, la historia de Quentin, al contrario de, por ejemplo, la de V. K. Ratliff en El Villorrio, está construida sobre las más tradicionalmente características femeninas de la atención cercana a las sutilezas del lenguaje de los demás más que en la descripción de sus acciones.

El final de “Ese sol del atardecer” ya ha sido mencionado en referencia a la estructura narrativa de la historia, pero otra dimensión del final tiene que ver con las personalidades, edades, y, especialmente, el género de los niños. Hacia el final, Jason, con sus reclamos agresivamente centrados sobre sí mismo por palomitas de maíz y pastel de chocolate, tal vez sea muy joven para entender el problema de Nancy. Caddy está muy involucrada en cimentar su posición de dominio como para preocuparse mucho por Nancy. El único diálogo de Quentin acerca de “¿Y ahora quién lavará nuestra ropa, Padre?” demuestra una toma de conciencia de las implicaciones de los eventos que pasan a su alrededor. Sin embargo, su frase no cierra el cuento. El diálogo continúa con la constantemente repetida reivindicación de Jason, “no soy un negro”, la perspicaz observación de Caddy, “Tú eres peor”, y el reproche impotente del señor Compson. Las provocaciones continúan, y por lo tanto, el señor Compson fortalece su objeción al vociferar el nombre completo de Caddy en la última línea de la historia: “¡Candace!” Y así, el nombre de Caddy queda suspendido en el aire, reverberando en la memoria del narrador, su hermano, Quentin, quien la ama como sus padres y Jason no lo hacen, como no lo puede hacer Benjy, y como el otro hombre en su vida que en un futuro no lo hará. El uso del nombre de Caddy en la vociferación final y en la última línea de “Ese sol del atardecer” enfatiza su significancia en la historia y su importancia en la mente de Quentin.

“Ese sol del atardecer”, uno de los mejores de sus cuentos más tempranos, contiene la mayoría de los temas prominentes en las obras maestras del autor, y también contiene muchos de los temas y motivos que se encuentran en otras partes de la literatura norteamericana relacionados a los niños, la niñez, y el lenguaje de los niños. Un análisis del lenguaje infantil del cuento, de sus estructuras narrativas, el discurso padre-hijo, funciones del discurso y diferencias de género nos brindan una visión pormenorizada de los detalles de “Ese sol del atardecer”, sus procedimientos, sus características, su significado, su valor dentro del canon de Faulkner, y su valor dentro del corpus de la literatura norteamericana.

A lo largo de este proyecto hemos visto que la información lingüística tomada de la investigación en la adquisición del lenguaje por parte de los niños puede ser exitosamente aplicada al discurso ficcional de los infantes. Hemos descubierto que tales aplicaciones nos proveen con términos y metodologías útiles para el estudio literario y, además, nos brinda información precisa y concreta acerca de los personajes infantiles, su lenguaje, y la ficción en la cual aparecen. Esta información y estas metodologías también llevan hacia descubrimientos sobre los autores que crearon a los personajes infantiles hablantes y los factores sociales e históricos que afectaron a los autores. Hemos observado diferencias, por ejemplo, en las maneras en las que son usadas las narrativas infantiles en Llámalo sueño y en La pesca de la trucha en América, y nuestras observaciones, a su vez, nos han guiado a descubrimientos sobre los diferentes temas de las ficciones y sobre las diferentes actitudes de los autores hacia los niños y hacia la vida. En Lolita vimos cómoel lenguaje de un niño puede desarrollarse en el transcurso de una novela, con cambios de discurso paralelos a la maduración de su carácter y la alteración de su propia imagen. Descubrimos en el poema de Langston Hughes “Padre e hijo” cómo la fricción inherente a las situaciones multiculturales se manifiesta por sí misma y aumenta por las dificultades en la comunicación entre padre e hijo. Presenciamos en los ejemplos de Steinbeck y Cather cómo el género del autor puede afectar al retrato que éste haga del género de los niños y de sus lenguajes. Estos ejemplos específicos representan tan solo unas cuantas de las conclusiones específicas de este trabajo.

En términos más generales, hemos determinado que el lenguaje de los niños ficcionales transmite efectiva y de vívidamente sus caracterizaciones. La mayoría de los escritores norteamericanos que han decidido retratar niños lo han hecho de una manera realista, dándole a los niños maneras apropiadas de hablar. Por supuesto, no todo lenguaje infantil es ejecutado satisfactoriamente, y muchos niños están virtualmente ausentes de nuestra literatura. También hemos notado que algunas facetas del lenguaje, como la del discurso poético o el imaginativo, no están bien representadas en los enunciados de los niños ficcionales. En general, sin embargo, mirando los resultados del análisis de textos específicos de este proyecto, quedamos con una apreciación profundizada por una perspectiva lingüística y psicológica de la mayoría de los autores norteamericanos que han elegido escribir específicamente acerca de los niños o, al menos, incluirlos dentro de sus elencos de personajes.

Desde el principio hasta el final, esta investigación subraya la importancia fundamental de las voces de los niños en la literatura norteamericana y el valor de examinar los intrincados patrones de sus discursos. Los resultados de este proyecto tienen implicaciones para el estudio y la enseñanza de muchos aspectos de la literatura, la historia de la literatura y la crítica literaria, y especialmente, pero no exclusivamente, la crítica dedicada a los enfoques estilísticos y lingüísticos de la literatura. Tanto las conclusiones generales como las conclusiones específicas de cada texto de este proyecto establecen que examinar el lenguaje ficcional infantil es una actividad valiosa, que puede ser realizada sistemáticamente y de manera productiva mediante los enfoques lingüísticos desarrollados a partir de la investigación sobre la adquisición del lenguaje en los niños.


* En M. J. Hurst, The Voice of the Child in American Literature, Lexington, University Press of Kentucky, 1990, pp. 136-148. Trad. y notas de Lorenzo Scalzo para la Cátedra de Literatura Norteamericana (UBA), 2024.

  1. “El mundo de los niños de Faulkner”. Traducción nuestra.
  2. “Faulkner, Niñez, y la creación de El ruido y la furia”. Traducción nuestra.
  3. La traducción del nombre de esta novela presenta varias alternativas. Se podría optar por una traducción literal en la que se prescinda de interpretar el significado de la cita shakesperiana que le da origen a este título, lo cual nos dejaría con lo siguiente: El sonido y la furia. Si bien es una traducción válida, ésta no explora la consonancia que el autor de la novela encuentra entre un influjo de vivencia pura cuya codificación unívoca y comprensión resulta imposible y el devenir indescifrable de una vida advertido por Macbeth antes de enfrentar su inminente final: “Life’s but a walking shadow, a poor player/ That struts and frets his hour upon the stage/ And then is heard no more. It is a tale/ Told by an idiot, full of sound and fury/ Signifying nothing” (Shakespeare, William. Macbeth. Ed. por A. R. Braunmuller. Cambridge: Cambridge University Press, 1997, p. 229).
  4. Expresión coloquial que comprende la contracción de un verbo auxiliar con un índice polar negativo.
  5. De aquí en adelante, todas las traducciones del texto fuente, inclusive ésta, son nuestras, en tanto la versión de M. Martínez-Lage (Alfaguara) tiende a apartarse de la precisión filológica.
  6. “El pasado y el presente en ‘Ese sol del atardecer’”. Traducción nuestra.
  7. A saber: (1) un resumen; (2) una orientación; (3) una descripción de la acción que se va complejizando; (4) una evaluación; (5) una resolución; y (6) una coda. Cfr. pp. 95-96 del original.
  8. “Teoría de los actos de habla y ‘Ese sol del atardecer’ de Faulkner”. Traducción nuestra.
  9. “Los tres ‘Soles del atardecer’ de Faulkner”. Traducción nuestra.
  10. El texto opone “caso agente” a “caso paciente” para marcar cuando un personaje es un sujeto activo o pasivo en las acciones.
  11. Tanto Freud en Introducción general al psicoanálisis como Erikson en Infancia y sociedad indican que los niños usualmente están preparados para resolver sus conflictos edípicos y relacionarse más allá de sus vínculos familiares más inmediatos a la edad de 6 años. (Nota de la autora)