Inicio 9 Bibliografía 9 El Renacimiento de Harlem re-examinado *

Los artistas de Harlem no constituyeron una “escuela” de literatura en el sentido tradicional. Estos individuos (Langston Hughes, Arna Bontemps, Zora Hurston, Rudolph Fisher, Wallace Thurman, Eric Walrond, Jean Toomer, entre otros) fueron atraídos principalmente por el carisma metropolitano de la ciudad de Nueva York y la noticia de que “algo” estaba sucediendo. Para los escritores, la atmósfera de Nueva York resultaba atractiva. Las mayores casas editoriales estaban ahí. Los teatros en Broadway, en Greenwich Village y, por supuesto, en Harlem. No es simplista decir que Harlem se convirtió en el centro cultural negro, puesto que la ciudad de Nueva York era el centro blanco. Estos individuos, jóvenes y talentosos, comenzaron a pensar en ellos como un grupo, como resultado de su asociación con académicos como Alain Locke y Charles S. Johnson. No había una sola filosofía literaria guiándolos, ni siquiera una percepción uniforme de qué fenómeno estaba teniendo lugar. Estaban conectados, sin embargo, por una experiencia negra común. Es necesario, por lo tanto, tener en cuenta que cuando uno se refiere a las ideas y las actitudes de los artistas de Harlem, habrá tanto excepciones como contradicciones.

Los cimientos del Renacimiento se apoyaron en el desarrollo dialéctico del pensamiento social y político del cambio de siglo. Los veinte años anteriores fueron conocidos como la “Edad de Washington”. Este era el tiempo donde Booker T. Washington y sus “hombres de Tuskegee” libraron una campaña de desarrollo personal y orgullo racial. El programa de Washington se centraba en el nacionalismo económico. Se argumentaba que las “demandas de mendigos” de igualdad social y política debían ser abandonadas en favor de una relación interdependiente con los blancos. Los americanos blancos y negros debían mantenerse “separados como dedos de la mano, pero unidos por el puño”. Al mantener la orientacióndel desarrollo personal, las habilidades prácticas reemplazaron la educación superior como prioridad. La América blanca encontró su presentación, si no su programa, palpable. La filosofía, aun cuando servía como base para muchas mejoras personales positivas para los negros, no constituía confrontación o demanda alguna hacia la América blanca. W. E. B. Du Bois constituiría la oposición.

W. E. B. Du Bois quedó consternado con la postura de acomodación de Washington. Sibien compartía la noción de “grupo económico”, consideraba que la posición de Washington implicaba una inferioridad negra. Du Bois, por su parte, propuso la utilización del “Decimo Talentoso”, negros educados que no solo trabajaban en interés del grupo, sino que también servían como ejemplos vivientes de la aptitud negra para la igualdad. Declaró la igualdad política y social como metas que debían ser obtenidas a través de la protesta y la agitación.

Era en lo referente a la agitación, no obstante, lo que dividió a Du Bois y gran parte de la clase media. Muchos de la clase media negra rechazaban la idea de confrontar, incluso molestar, alosblancos por miedo de poner en riesgo sus oportunidades de asimilación. Du Bois era considerado un radical. Su mentalidad era comparable a la de muchos negros liberados durante la era de la esclavitud. Temían que la agitación abolicionista pudiera devolverlos a la servidumbre.

Esta misma clase media tenía presencia en Harlem durante el Renacimiento. Su demanda para los artistas de Harlem era que este escribiría “literatura inspiradora”. Los artistas de Harlem, por su parte, habían trascendido la idea propagandista (Du Bois compartía también la demanda de propaganda). El Renacimiento, sin embargo, debió su existencia a esta clase media. Los artistas de Harlem estaban en deuda con la clase media en el sentido más básico; sin la clase media (clase ociosa) no podía existir literatura, lo cual era precisamente la razón por la cual no habia literatura escrita por esclavos en las plantaciones durante los tiempos de la esclavitud (¿Cuándo tendrían tiempo para escribir?). Claramente, el estado financiero de la clase media permitía el tiempo para producir lo que constituye la literatura afroamericana del siglo XIX. Los escritores de Harlem constituían una intelectualidad más que una clase media, la distinción caía en que los intelectuales eran individuos que habían roto su trasfondo de clase media para formar una comunidad de intelectuales libres (Existían, sin embargo, escritores de clase media en Harlem).

Había una deuda en la definición del Renacimiento como punto en la tradición literaria afroamericana. Los objetivos y la literatura asimilacionistas de la clase media proporcionaron a los artistas de Harlem un foco desde el cual “rebotar”, o más específicamente, un factor en el proceso dialéctico. La mayoría de la literatura fue escrita en la tradición romanticista, saturada por ideales victorianos, que consistía en apelar a la América blanca para que los considerara como iguales o al menos superiores que al negro promedio. Su experiencia negra era considerada una plaga de la cual deseaban escapar. Ignorando la profundidad que les daba su propia experiencia, la literatura escapista que escribieron usualmente era superficial y artificial.

Esas fueron las raíces sobre las cuales el Renacimiento sintetizó todos sus esfuerzos. La asimilación fue rechazada, la separación fue rechazada, la acomodación y la agitación fueron descartadas, o mejor dicho trascendidas, por una nueva perspectiva de ellos mismos y su relación con el resto de la sociedad, de ahí la idea del “Nuevo Negro”. Habiendo lidiado con la dicotomía asimilacionista-separacionista, la política filosófica de los artistas de Harlem era una que podría conocerse mejor como una “integración condicional”. Los blancos no eran ni enteramente malos ni enteramente buenos, eran personas con las que había que tratar. Su relación se basaría en su comportamiento para dar ventaja moral al hombre negro. Había un compromiso para lograr un mejor entendimiento y ajuste (Este es un factor fundamental en la eventual colaboración con el artista blanco y la sociedad blanca en general). Alain Locke habló de “rehabilitar la raza el aprecio mundial” 1 y reevaluar la raza en términos de reconocimiento cultural, lo cual sentía que “precedería o acompañaría considerablemente cualquier mejora en las relaciones raciales” 2. Locke no caía en la ilusión de que “si el Negro era más conocido, sería más querido o tratado mejor”; simplemente sentía que el entendimiento mutuo era la base para cualquier cooperación y ajuste posterior 3.

Una revaloración de los afroamericanos no “arreglaría” ni a cualquier precio. “El Negro de hoy en día quiere ser conocido por quién es, incluso con sus fallas y deficiencias, y desprecia la supervivencia precaria y cobarde a costa de ser visto por quién no es” 4. Por lo tanto, es un enfoque cualitativamente diferente al de sus predecesores propagandistas.

El orgullo racial estaba en primer lugar. El folclore y la herencia africana negra eran venerados (la sombra de Garvey en el Renacimiento) nuevamente en contraste con sus predecesores literarios negros. El sentimiento de nacionalismo cultural de los artistas de Harlem estaba atravesado por el sentido del “dualismo cultural”. Reconocía tanto a África como a América. Locke confirma: “El racialismo del Negro no se limita o reserva al respeto con los americanos; es solo un esfuerzo constructivo para transformar los obstáculos en la corriente del progreso en una eficiente presa de energía social y poder” 5. Los objetivos del Nuevo Negro estaban “feliz y finalmente formulados, porque no son más que los ideales de las instituciones americanas y la democracia” 6.

Las fuerzas que crearon el Renacimiento no fueron creadas en un vacío étnico. Ciertos desarrollos en la sociedad blanca e incluso en el mundo económico desempeñaron un papel esencial en la surgimiento del Renacimiento cultural negro. La sincronización de la revuelta literaria y social de los Estados Unidos y el auge económico que siguió a la primera guerra mundial trajo el clima necesario para un Renacimiento cultural. Los ingredientes, un debilitamiento de viejas ideas y valores, un sentido de aventura y rebelión entre los intelectuales y una tolerancia en el statu quo (todos facilitados por el auge económico) crearon los “locos años veinte”.

El vanguardismo literario se estableció y hubo un reenfoque al naturalismo. El exotismo se convirtió en la moda en Europa. Las víctimas de sus colonias, alrededor de todo el mundo, se convirtieron en sujetos de preocupación y empatía. Los intelectuales buscaron identificarse con los marginados de la sociedad. Un desarrollo paralelo se produjo en los Estados Unidos. La difícil situación de los indígenas americanos se volvió un tema de preocupación para muchos intelectuales. Los negros constituían una extensión lógica de esta preocupación.

El Renacimiento puede ser dividido en dos partes; Arna Bontemps las llama Fase I y Fase II. Cronológicamente, denota el periodo de la Primera Propaganda Negra (1921–24) hasta el ímpetu de la sociedad blanca (1924–31). La entrada de una nueva fuerza direccional marcaba el inicio de la segunda fase del Renacimiento. Si esta nueva fuerza tenía una manifestación personificada está sería el literato blanco, Carl Van Vechten. Quien hizo todo lo que pudo, si no hizo más que nadie, para traer el Renacimiento al ojo (blanco) público.

Durante la primera fase, sin embargo, los defensores más destacados del movimiento fueron las revistas The Crisis y Opportunity. The Crisis fue el órgano oficial de la Asociación Nacional para el Avance de la Personas de Color. W.E.B. Du Bois, su fundador, se desempeñó como editor. Oportunity: A Journal of Negro Life sirvió una función similar para la Liga Urbana. Charles S. Johnson era su editor. Estas dos publicaciones no solo dedicaban espacio a la exhibición y reseña del trabajo de los artistas de Harlem, sino que también organizaban concursos literarios como premios en efectivo. El Honorario Charles Chesnutt, ofrecido a través de The Crisis, era una distinción notable durante este periodo. Sus esfuerzos hicieron mucho por despertar el interés literario en la comunidad de Harlem. Claramente destruyeron la barrera que forzaba a los escritores negros del pasado a sentirse como leprosos, excluidos de la impresión o relegados a alguna oscura editorial, muchas veces a sus expensa. No era inusual para un escritor tener que recurrir a presentar su trabajo de forma anónima.

Los propios artistas de Harlem también respondieron a la necesidad de desarrollar el interés en la comunidad de Harlem. Countee Cullen y Langston Hughes ofrecieron una edición especial de su poesía a un precio considerablemente reducido para llegar al presupuesto del hombre común. Este movimiento fue de gran importancia, ya que los libros de bolsillo no se imprimían en los Estados Unidos durante este periodo y las ediciones de tapa dura eran bastante costosas.

En 1924, Charles S. Johnson dio una fiesta de “presentación” para los artistas de Harlem. Asistieron prominentes artistas blancos, editores y patrocinadores adinerados. El encuentro fue crucial. Varios de los escritores consiguieron patrocinadores, quienes los apoyaron mientras dedicaban su tiempo a su trabajo. Las estipendias recibidas eran modestas, pero les permitían vivir cómodamente. En ocasiones, un patrocinador intentaba dictarle que hacer a su protegido, lo cual resultaba en una ruptura entre ambos. Langston Hughes estuvo involucrado en una situación similar. La relación entre patrocinador/asesor con varios blancos prominentes no significaba de ninguna manera que los artistas de Harlem se sometían al paternalismo.

Los escritores de Harlem tenían dos razones para establecer este tipo de relación con la intelectualidad blanca. Primero, la intelectualidad blanca tenía acceso a mecanismos de publicación que eran esenciales para los jóvenes artistas. Su mayor experiencia y entrenamiento literario debió haber atraído a los artistas de Harlem. Había, también, una sensación de contribución a la mejora del entendimiento social, así como al ser entendido. Alain Locke califica este razonamiento como, … el deseo de ser entendido nunca sería en si mismo suficiente para abrir completamente las puertas cerradas para el pensamiento de la mente del Negro. Había aún demasiadas posibilidades de ser despreciado o tratado con condescendencia. Más bien, se trataba de una necesidad de una expresión personal más completa y auténtica, la realización de que la falta de sabiduría permitía la discriminación social que lo segregaba mentalmente, y una actitud contraria para no limitar y encadenar su propia vida —así la “pared de desprecio” que los intelectuales construyeron sobre la línea de color había sido felizmente derribada 7.

La intelectualidad blanca parecía tener una motivación diferente. Su involucramiento con los artistas negros parecía haber sido simplemente parte de una fascinación con lo exótico. Los negros representaban el hombre desinhibido que idealizaban. Eran el noble salvaje, el hijo despreocupado de la naturaleza. Aquellos fueron los días de los “locos años veinte” con su revolución sexual, ginebra en la bañera y jazz. Los escritores de Harlem y su arte serían la nueva moda para la sociedad blanca. Esto no era verdad para todos los blancos que manifestaban interés, pero sí lo era para una gran mayoría. Los escritores de Harlem no eran ajenos a este desarrollo, y se sentían traicionados y amargados. Langston Hughes remarcaba en Fighting Words, “Aquí están nuestros problemas: en primer lugar, los libros de los Negros son considerados por los editores y las editoriales como exóticos. El material Negro era posicionado, como el material chino o bali, en ciertas clasificaciones. Los editores de revistas te dirán, “Solo podemos publicar tantas historias negras al año” (Estas “tantas” significaban unas pocas). Las editoriales dirán: “Ya tenemos una novela de un Negro en nuestra lista para este otoño.” Cuando dejamos de ser exóticos no vendemos bien.”

El escenario estaba preparado. La novela de Carl Van Vechten Nigger Heaven retrataba a Harlem y sus habitantes como exóticos, por lo que muchos negros capitularon. No todos los negros tomaron las intenciones de los blancos en serio. Zora Neale Hurston sospechaba que el interés era una moda y decidió aprovecharlo por lo que valía. Es difícil decir hasta qué punto los escritores de Harlem interiorizaron este sentido de exotismo. Claude McKay en su novela Home to Harlem superó a Van Vechten.

El Renacimiento de Harlem con su resurgimiento cultural y su objetivo de un mayor entendimiento social era entendido como una moda. El nuevo Negro se convirtió en simplemente un nuevo estereotipo. Los artistas de Harlem podían solo alzar sus voces ante el murmullo de la moda y salvar lo que podían.

Mientras tanto, los blancos acudían en manada a Harlem; algunos eran sinceros, con una apreciación real por la cultura negra; otros simplemente movidos por la curiosidad; otros simplemente hacían turismo de barrios pobres 8. La comunidad de Harlem observó esta extraña procesión y los estafadores consiguieron hacer algo de dinero extra.

En 1929 la bolsa de valores se desplomó. Los efectos no se sintieron de inmediato en Harlem. Para 1931, sin embargo, la depresión ya había hecho estragos. Uno por uno los artistas comenzaron a abandonar Harlem. América resolvió en ajustar el cinturón, por lo que ya no había espacio para los escritores de Harlem. Los “buenos tiempos” habían terminado; un nuevo ambiente fue creado, el cual produciría un nuevo tipo de escritor en una nueva tradición. Muchos de los escritores de Harlem continuaron produciendo obras, en muchos casos superando sus contribuciones al Renacimiento.

El legado del Renacimiento de Harlem es su arte, sus artistas y sus ideas. Las reacciones que encontraron nos sirven de enseñanza. Los escritores de Harlem no dejaron instituciones a “mortero y piedra”, sino que eran “instituciones vivientes”. ¿Qué mejor institución que Arna Bontemps? Mientras que la esencia del Renacimiento fue capturada en la literatura, todo lo que significó se concretizó en sus manifiestos. El New Negro de Alain Locke, el “The Negro Artist and the Racial Mountain” de Langston Hughes, los números contemporáneos de las revisitas The Crisis y Opportunity, todos hablaron del fenómeno que estaba ocurriendo en Harlem.

La actividad en Harlem debe considerarse política, aunque esto se oponga a las evaluaciones habituales. La calidad política del Renacimiento es el resultado de haber sintetizado las fuerzas dialécticas que habían sido polarizadas por la comunidad intelectual negra en las décadas anteriores. La filosofía política del Renacimiento, la de la “integración condicional”, no es menos filosofía política que la de separacionismo, asimilación, panafricanismo, entre otras. La filosofía esencialmente descansa en un solo axioma: es necesario que los negros cambien sus perspectivas de sí mismos antes de que los blancos cambien sus imágenes de ellos. Los artistas de Harlem no eran didácticos ni dogmáticos acerca de sus creencias. De hecho, parecía haber un aire de trascendencia acerca de su aceptación. “Nosotros, los artistas negro que creamos, ahora tenemos la intención de expresar nuestros seres individuales de piel oscura sin miedo ni vergüenza. Sabemos que somos hermosos y también feos. Si complace a los de color, estamos bien con eso. Si no lo hace, su molestia no importa. Construimos nuestros templos para el mañana, fuertes como sabemos hacerlos, y nos paramos en la cima de montañas, libres dentro de nosotros mismos” 9.

Es difícil escribir acerca del Renacimiento sin reaccionar a la crítica que se le ha dirigido. Existieron análisis en esta era en los que los artistas de Harlem eran acusados perversamente, como si fueran arquetipos superhumanos que conscientemente constituyeron la imagen del periodo, en vez de seres humanos ordinarios bajo una serie de eventos que tendrían una notable importancia histórica. Nunca se consideró el problema de la proximidad histórica. Aun así, lo que ocurrió en Harlem no necesita ni una disculpa ni una calificación. La situación, las alternativas fueron todas creadas por las fuerzas del periodo, al igual que el ambiente de la próxima década haría, con sus fuerzas represivas crearon la escritura de protesta negra. Hay cierta ingenuidad en gran parte de esta crítica. ¿Cómo uno espera la participación en masa del arte de los escritores de Harlem cuando la literatura era por definición burguesa? Los escritores de Harlem no tenían ninguna ilusión al respecto. Langston Hughes escribió: “… principalmente los intelectuales estaban pensando. El Negro ordinario no ha odio hablar del Renacimiento Negro y, si lo han hechos, no le ha aumentado su salario”. ¿Quién más que los intelectuales tenían tiempo para pensar? 10

El Renacimiento de Harlem es un punto de evolución en la literatura afroamericana. Es ridículo criticar comienzos; por el contrario, deberían ser puestos en perspectiva para calcular su importancia. Es algo que “abrió la puerta” para la escritura negra de hoy en día. El Renacimiento siempre será recordado por esa razón. Será valorado por sus propios méritos. Volverá a cobrar importancia por sus ideas.

NOTES


* “Harlem Renaissance Re-examined”, en Harold Bloom (ed.), The Harlem Renaissance, Broomall (PA), Chelsea House, 2004, pp. 5-12. Traducción de Braian Alarcón para la Cátedra de Literatura Norteamericana de la UBA, 2023.

  1. Alain Locke, New Negro (New York, Atheneum, 1969), p. 14.
  2. Ibid., pp. 8–9.
  3. Ibid., p. 15.
  4. Ibid., p. 11.
  5. Ibid., p. 12.
  6. Ibid., p. 10.
  7. Ibid., p. 9.
  8. Durante la prohibición del alcohol, era muy común que los blancos se adentraran en los clubes nocturnos y cabarets de barrios negros como Harlem, en Nueva York, y Bronzeville, en Chicago, en búsqueda de experimentar lo que consideraban un entretenimiento “primitivo” ligado a una exotización de la comunidad afroamericana. (N. d. T.)
  9. Langston Hughes, “The Negro Artist and the Racial Mountain”, The Nation, Vol. 122, (1926) pp. 692–94.
  10. Ibid., pp. 692–94.