Inicio 9 Enciclopedia 9 «Ciberpunk» [Cyberpunk]
Izq.: Arte de tapa de una edición de Neuromante, de William Gibson / Centro: Fotograma de Ghost in the Shell (1995) / Der.: “Night City Cyberpunk” (por rocksdanister [Deviantart])

A mediados de los ochenta, la idea del cruce entre cibernética y contracultura juvenil se resumió en un neologismo tan sonoro como autoexplicativo. Se atribuye la acuñación del término “cyberpunk” a Bruce Bethke, quien lo empleó como título de un relato breve publicado en Amazing Science Fiction Stories en noviembre de 1983. Su difusión debió mucho a los editoriales de Gardner Dozois en Isaac Asimov’s Science Fiction Magazine y a su artículo “La ciencia ficción en los ochenta” (The Washington Post, 1984). En la ficción de autores como William Gibson, Bruce Sterling o Lewis Shiner, Dozois reconoció una suerte de “escuela” o “movimiento”. El movimiento es, precisamente, el nombre colectivo que se habían dado esos escritores junto a John Shirley y Rudy Rucker. El grupo estaba determinado a renovar los temas y procedimientos de la ciencia ficción y a reivindicarla como fuerza cultural. Desde el fanzine Cheap Truth se manifestaron contra el “anquilosamiento” del género y se abocaron a promover una nueva generación de escritores. Al calor de su influencia y apoyo mutuos vieron la luz algunas de las obras pioneras del movimiento.

La primera y más famosa novela de Gibson, Neuromante (1984), se convirtió en paradigma de la estética ciberpunk. Ahí están su imaginario cibernético y biotecnológico; su proverbial combinación high tech/low life (tecnología avanzada y vida marginal); la prosa densa, el estilo meticuloso y la profusión de imágenes sensoriales; su plasmación de un “futuro realista” como refracción crítica de la cultura contemporánea. Ganadora de los Premios Nebula, Hugo y Philip K. Dick, Neuromante perfiló a Gibson como uno de los escritores de ciencia ficción más relevantes del cambio de siglo. Fue él quien dio al término “ciberespacio” su sentido y popularidad actuales. En su obra, la cibercultura encontró un lenguaje, una estética y una mitología.

La idea de una “literatura ciberpunk” se consolidó tempranamente en eventos como la NASFiC (North American Science Fiction Convention) o la conferencia anual de la Science Fiction Research Association. Este impulso se condensó en el volumen Mirrorshades (1986), editado por Sterling. Con Neuromante, el ciberpunk había encontrado su gran novela fundacional. Con Mirrorshades, su antología más emblemática. A los integrantes del “movimiento” original se sumaron nombres como Pat Cadigan y Greg Bear, junto a los recién llegados Tom Maddox, Marc Laidlaw, James Patrick Kelly y Paul Di Filippo. Los términos con que el prólogo-manifiesto de Sterling caracteriza los temas y la filosofía del ciberpunk son inmediatamente reconocibles. Más allá de su heterogeneidad, estos relatos comparten un repertorio característico: hackers, cyborgs, drogas, inteligencias artificiales, megacorporaciones, la telaraña de comunicaciones…

La vieja era pulp y la Edad de Oro habían rendido culto a la tecnología como fuente de pintorescos prodigios. Los “ciberpunkis” la comprendieron como un motor sociocultural visceral, entre una tecnología cada vez más ubicua y el underground cultural. Al mismo tiempo, cobró forma una tradición de precursores. El ciberpunk los encontró no solo en el campo de la ciencia ficción (desde la más clásica a la Nueva Ola), sino también en el hard-boiled, la generación beat o el mainstream literario. Por su lado, sus significantes visuales hallaron referentes en films como Escape from New York (1981), Tron (1982) o, célebremente, Blade Runner (1982). Esta dominante visual continuó desarrollándose (o reiterándose) en ese terreno, desde las adaptaciones de los relatos de Gibson Johnny Mnemonic (1995) o New Rose Hotel (1998), pasando por animes como Akira (1998) o Ghost in the Shell (1995), hasta la franquicia Matrix.

Además de sus repercusiones en la cultura audiovisual y el fandom, el ciberpunk ha tenido ramificaciones significativas en el análisis cultural y la teoría. Su cruce con el pensamiento posmoderno le ha conferido cierta legitimidad en el campo intelectual y académico. Destacan nombres como Fredric Jameson, Jean-Francois Lyotard, Brian McHale, Arthur Kroker y David Cook, N. Katherine Hayles, Donna Haraway y Jean Baudrillard. A esto se suman sus intersecciones con el mainstream literario. El volumen Storming the Reality Studio: A Casebook of Cyberpunk & Postmodern Science Fiction (1992), editado por Larry McCaffery, constituye un temprano y todavía paradigmático esfuerzo en este sentido. Para McCaffery, el ciberpunk ha proporcionado un “mapeo cognitivo” adecuado para exponer la lógica tecnológica que subyace a la condición posmoderna, distorsionando sistemáticamente nuestro sentido de lo que somos, de dónde estamos o de la realidad misma.

De difuso “movimiento” a un repertorio de fórmulas, puede que mucho del ciberpunk se parezca hoy más a sí mismo que a cualquier futuro verosímil. Ya a comienzos de los noventa, con su novela Snow Crash, Neal Stephenson le dedicó un risueño epitafio. La revista Wired, por su lado, se apresuró a certificar su defunción. Pero ya Sterling había augurado este destino en el prólogo a su mítica antología. En medio de una ebullición que –según postulaban sus cultores– el movimiento mismo había contribuido a generar en el campo de la ciencia ficción, el futuro del ciberpunk se planteaba incierto. Pero, mientras tanto, continuaría “excitando a algunos, retando a otros y enfureciendo a unos pocos cuyas protestas no se oyen demasiado”. En el cine y las series, en la música experimental y de bandas, en obras multimediales, en cómics y videojuegos, en la filosofía, la crítica cultural y la literatura, en las concepciones mismas del futuro y en el imaginario de lo tecnológico, la nueva ciencia ficción de los ochenta encontró una “sobrevida” que perdura hasta la actualidad.

Alejandro Goldzycher (UBA)


Bibliografía:

Cavallaro, Dani. Cyberpunk and Cyberculture: Science Fiction and the Works of William Gibson. Londres – New Brunswick: The Athlone Press, 2000.

Dery, Mark. Velocidad de escape. La cibercultura en el final del siglo. Madrid: Siruela, 1998 [1995].

Featherstone, Mike y Burrows, Roger (eds.). Cyberspace/Cyberbodies/Cyberpunk. Cultures of Technological Embodiment. Sage: Londres – Thousand Oaks – New Delhi, 1995.

Lavigne, Caren. Cyberpunk Women, Feminism and Science Fiction. A Critical Study. Jefferson – Londres: McFarland & Company, 2013.

McCaffery, Larry. Storming the Reality Studio: A Casebook of Cyberpunk and Postmodern Science Fiction. Durham – Londres: Duke University Press, 1991.

McFarlane, Anna; Murphy, Graham J.; Schmeink, Lars (eds.). The Routledge Companion to Science Fiction. Routledge: New York – Londres, 2020.

Sterling, Bruce (ed.). Mirrorshades. Una antología ciberpunk. Madrid: Siruela, 1998 [1986].